miércoles, 3 de febrero de 2016

Cuatro años estratificada... esta semilla

Creo que mi anterior blog, La cosa que da, tuvo un comienzo similar: Arranque fallido y, después de un tiempo de silencio,  algo empiezó a surgir como el fruto de una vieja aspiración.
Quedó interrumpido por dos acontecimientos que yo destaco como importantes: la jubilación y el encuentro cara a cara con el budismo zen. El primero me privo de sucesos, anécdotas, contacto con la gente y toda la vida externa que te proporciona el trabajo diario. El segundo, el zen, acentuó mucho más la vida interior y, sobre todo, inauguró una época de silencio y aquietamiento. Han pasado casi cuatro años desde la primera entrada y siento un impulso, entre necesidad y deseo, de volver a escribir y compartir.

Algo había escrito en estos cuatro años, pero estaba todo en el cajón de los borradores. Ahora lo iré subiendo con el fin de no distanciar demasiado unas entradas de otras. Hay que tener en cuenta que este blog se llama "tan callando". Se trata de una alusión al budismo zen con palabras tomadas de mi formación humanística y mi cultura española, concretamente de los primeros versos de las "Coplas de Jorge Manrique por la muerte de su padre":
                               
                               Recuerde el alma dormida,
                               avive el seso y despierte
                               contemplando 
                               cómo se pasa la vida,
                               cómo se viene la muerte
                               tan callando;

El "alma dormida" (ignorante) debe despertar a la realidad de la vida y de la muerte, un fluir, un cambio constante que se produce en completa calma, en silencio. Este silencio, me parece a mí (a mi parescer, diría don Jorge) no se refiere tanto a la ausencia de ruido, o de sonidos, como a la ausencia de imágenes, mentales, ideas, diálogos, voces recordadas o vivas; palabras, en definitiva. La vida pasa en silencio, nos dice el poeta. Por eso no la oímos. Si, en cualquier paraje natural, como puede ser un bosque, un valle, una dehesa, etc., observamos en silencio a nuestro alrededor sin necesidad de nombrar mentalmente, todo lo que percibimos, nos daremos cuenta de que todo está y transcurre en silencio, a pesar del sonido de la corriente del río o riachuelo, de los trinos de los pájaros o del zumbido de las abejas.

Por lo tanto, me gustaría que este blog, "...tan callando" condujera al silencio, a la quietud, a ese lugar donde todas las palabras se vuelven contradictorias y se disuelven, se desbaratan como un castillo de naipes.


Por cierto, que este tema de las palabras y el silencio está magistralmente tratado y explicado por Juan Arnau en un precioso libro sobre Nagarjuna titulado "La palabra frente al vacío" cuya lectura os recomiendo. 



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